El Fin Es Mi Principio
Tiziano Terzani no era un hombre viejo (tenía 66 años), pero estaba muriendo de cáncer. Le pide a su hijo Folco que venga a verlo, para platicar con él acerca de su vida. ¿Quién ha sido él? ¿Cómo ha vivido? ¿Qué le ha parecido valioso de su vida, de su trabajo? He conocido personas que fallecieron por esta enfermedad, y al saber que van a morir (digo, lo sabemos todos, pero los que no estamos en una situación terminal rara vez pensamos que la vida se nos puede ir en cualquier momento) se ven forzados a mirar la vida desde otra perspectiva. Fue un hombre que llevó una vida interesante, intensa, llena de aventuras y sorpresas.
Y me parece interesante el título porque así suele ser, que nuestro fin se tiende a convertir en nuestro principio. Cuando estamos al borde del abismo entonces por poco tiempo que tengamos en ese momento nos tomamos los minutos restantes para entrar en retrospectiva y que como ráfaga empiece a circular el verdadero valor de las cosas.
Esta historia es muy linda porque normalmente no estamos preparados para ver llegar ese momento que sabemos que en algún momento llegará, porque precisamente no nos preparamos para entenderlo y asimilarlo. Y ver como él ya luego de dedicar parte de su vida al conocimiento espiritual y la esencia del universo puede verlo como parte del cierre de su ciclo vital y se permite compartir sus últimos momentos con su hijo y tratar de hacerle llegar el mensaje global que acumuló en aprendizaje y experiencia de lo que sí es valeroso en la vida.
Particularmente no me gustaría llegar al fin para poder entender el principio. Me encantaría procurar cada día poder caminar a la par de mi evolución espiritual para que cuando llegue al final del camino no mire hacia atrás y diga “recién es mi principio”. Porque todo lo que quedó atrás no lo viví, no lo sentí, no percibí su aroma, no presté atención a las señales, a los colores, a los detalles, no quiero tener que decir que un tramo del camino lo caminé a ciegas muerta en vida, con la mente en blanco, por inercia, y que recién en el final del camino sepa que “ya no hay tiempo suficiente para volver a empezar”.
Procuraré ser como Tiziano, que miró cada paso y sintió con ellos cada movimiento de su cuerpo a tal punto que cuando llegó la hora del final ya era el principio, pero de lo único nuevo que le faltaba por vivir.
Les recomiendo el libro o la película como prefieran, pero sobre todo les recomiendo "el mensaje de fondo".
Un abrazo,
TANYA HOEPELMAN
mentesenlared