Sobre La Empatía

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En un grupo que me encuentro de Facebook, una señora (mayor) coloca un muro en donde dice que “quiere cancelar ese grupo porque no puede leer tantos mensajes”. Las primeras cuestionantes razonables de algunas personas eran sobre “¿cómo es que quiere cancelar un grupo en donde no era administradora?” A lo que ella explica que es mayor, que tiene problemas de la vista y está enferma. No consigue leer tantos muros diarios y que su Facebook pasa “lleno” todo el día, todos los días.

Muy pocas personas leyeron bien su mensaje antes de responder. Por tanto, entendieron que es una señora mayor con problemas de la vista y que además no sabe desenvolverse con esa red social por lo que ella cree que “todo cuanto sube el grupo ella entiende es A SU MURO (es cómo interpreta las notificaciones)”. Leyéndola es fácil entender que no sabe que eso no está pasando en su bandeja de entrada y que puede salirse del grupo si le inquietan las constantes notificaciones.

Quienes entendieron rápidamente le explicaron esto anterior expuesto, sin embargo, quienes leyeron únicamente la primera línea “quiero cancelar este grupo”, comenzaron desde nivel grosero 1 hasta nivel grosero 1000. Improperios, aludiendo que se saliera en diferentes formas despectivas o los que le decían que quería llamar la atención, que le rogaran para quedarse, que estaba loca, que tenía algún trastorno (entre muchas más).

No importa cuántas veces ella tratara de hacerse entender lo que quedó registrado y la voz que gritó más fuerte fue la de la negatividad. A ese punto quería llegar, donde hemos llegado a tal punto en que no nos escuchamos, no vemos a quien nos habla, no leemos las señales no aplicamos la razón a las cosas.

Fue interesante ver como una única publicación ocasiono un “TELEFONO ROTO” y la cantidad de conclusiones sacadas de un mismo hecho. No obstante, no leer ni empatizar (la empatía anda perdida para estos tiempos), sino que también derramar la negatividad, el estrés, las ansiedades y/o frustraciones del diario vivir que nos colapsan y nos hacen leer a medias, escuchar a medias, analizar a medias, PERO….

¡CONCLUIR ERRATICAMENTE POR COMPLETO!

Leí en el site “La mente es maravillosa” algo con lo que estoy totalmente de acuerdo y es que NO ESCUCHAMOS PARA ATENDER, ESCUCHAMOS PARA RESPONDER.

Quien sabe escuchar, percibe hasta su silencio, hasta el gesto más sutil de quien tiene en frente, porque hablar es una necesidad, pero escuchar es un arte que no todo el mundo posee.

“Según varios estudios de Daniel Goleman, los individuos que alcanzan el éxito profesional suelen ser personas más receptivas y con una gama de intereses más alta. Personas en las que la capacidad de escucha y cercanía les permite tener un mayor control sobre las situaciones y sobre los propios recursos humanos”.

No permitamos que nuestros “ruidos mentales” limiten nuestra capacidad de escucha, lo importante no es el mensaje en sí, sino el estado emocional de los interlocutores. Permítase leer y/o escuchar a los demás con toda su atención, analice el escenario completo. Si hay interferencias, no concluya; recordemos que la escucha activa significa escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista del que habla y que no habrá comunicación mientras el receptor no comprende el mensaje (no significa estar de acuerdo con todo lo que nos dicen ese es otro tema).

Si quieres ser sabio, piensa con inteligencia, escucha con atención y actúa con sabiduría. Sólo así conseguirás una marca personal coherente y perdurable. Piénsalo, se gana más usando esas mil formas para comprender.

SE EMPÁTICO, GANAS MÁS DE LO QUE PIERDES

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